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“Contramonumentos” e historias de vida en La Boca, para repensar el pasado y el presente

En 2019, Kara Walker recibió una invitación muy esperada para cualquier artista contemporáneo: fue seleccionada para intervenir la Turbine Hall de la Tate Modern de Londres, un espacio emblemát...

En 2019, Kara Walker recibió una invitación muy esperada para cualquier artista contemporáneo: fue seleccionada para intervenir la Turbine Hall de la Tate Modern de Londres, un espacio emblemático del museo destinado a encargos únicos de gran escala. Fiel a su estilo, la respuesta de la estadounidense fue provocadora: construyó allí Fuente americana, una instalación de trece metros de alto inspirada en el Victoria Memorial. Presentado en 1911 y terminado en 1924, este monumento fue erigido frente al Palacio de Buckingham para conmemorar a la reina Victoria, figura asociada al apogeo del Imperio Británico y a su política de colonización global. El “contramonumento” inaugurado casi un siglo después cuestionaba las narrativas de poder, y ponía foco en los orígenes de la diáspora africana.

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En el corazón de uno de los museos más importantes de Gran Bretaña, Walker reemplazó por ejemplo a la diosa alada Victoria por una “Venus negra”, rodeada por tiburones que acechaban desde el agua y personajes que incluían a un capitán inspirado en Toussaint L’Ouverture, líder de la revolución haitiana. En su versión destinada a repensar la historia, la soberana –rebautizada como “Reina Vicky”- ya no aparece sentada en su trono sino en la parte posterior de la fuente, en el segundo nivel. Ubicada junto a una personificación de la Melancolía, se ríe a carcajadas.

Los bocetos y la maqueta de esa obra se exhibirán desde mañana a las 17 en Fundación Proa, junto a otras realizadas durante un cuarto de siglo, en su primera muestra en Sudamérica. También se presentará por primera vez en América Latina la exposición Human, décima edición del prestigioso Premio Pictet, el principal concurso internacional dedicado a la fotografía contemporánea enfocada en sustentabilidad, que anunció el lanzamiento de una versión sudamericana. Esa última reúne las doce series finalistas que abordaron algunos de los grandes desafíos de la humanidad: la migración, los conflictos bélicos, el trabajo, la memoria y las tensiones entre desarrollo y degradación ambiental.

“Hay un hilo conductor entre ambas muestras, que es la problemática de la migración, la marginación, con los choques entre diferentes culturas”, explicó Adriana Rosenberg, presidenta de Fundación Proa, que trajo también por primera vez a la Argentina muestras de otros artistas muy relevantes como Marcel Duchamp, Ai Weiwei, Alexander Calder, Louise Bourgeois, Christo y Jeanne-Claude.

En este caso, la combinación de exposiciones construye según Rosenberg “un relato sobre lo social, lo moral, lo político. Hay algo muy antropológico en las dos: retratan situaciones concretas, personas reales, escenarios marcados por la fragilidad o la resistencia. Ambas muestras, a su modo, se acercan a los extremos de la experiencia humana: desde el sufrimiento hasta la dignidad, desde la violencia hasta la posibilidad de imaginar otros modos de estar en el mundo”.

Encontrar nuevas formas de visibilizar temas complejos fue justamente lo que impulsó la carrera internacional de Walker en 1994, cuando sorprendió en el Drawing Center de Nueva York con un mural de siluetas de papel que resignificaban una técnica popular del siglo XVIII. Parecidas a las que se exhiben ahora en Proa, de lejos parecen simples e inocentes. Hay que detenerse en los detalles para descubrir situaciones inquietantes.

Otro hito en su carrera lo marcó dos décadas después, cuando construyó la instalación titulada Una sutileza: o… La maravillosa Sugar Baby. Fue creada dentro de la antigua fábrica Domino Sugar Factory, una planta refinadora de azúcar que estaba en vías de demolición de Brooklyn. La pieza central era una esfinge de más de diez metros recubierta de azúcar blanco, con labios carnosos y pañuelo en la cabeza. Su reproducción en gigantografía ocupa ahora una pared de esta muestra antológica, que incluye además dibujos y videos.

La monumental obra no solo evocaba las esfinges egipcias, símbolos de poder y eternidad, y a los millones de africanos que fueron forzados a trabajar en plantaciones del Caribe y de América del Norte. Su título aludía también a una escultura de azúcar servida en banquetes aristocráticos de la Europa medieval para exhibir lujo y poder, así como al uso popular del término que designa a mujeres jóvenes mantenidas económicamente por hombres mayores. “Esta referencia introduce la dimensión de sexualización y desigualdad que históricamente ha atravesado los cuerpos femeninos”, apunta el texto de sala, antes de agregar una cita de Walker sobre esta obra: “La razón principal para refinar el azúcar es volverlo blanco –reflexiona-. Incluso la idea de volverse ‘refinado’ parece coincidir con la forma en que Occidente aborda el mundo”.

Para agendar:

Kara Walker y Premio Pictet Human, en Fundación Proa (Av. Don Pedro de Mendoza 1929) desde mañana a las 17 hasta noviembre. Inauguración con entrada gratis. El resto de los días: $6000 la entrada general; $4000 para estudiantes, docentes y jubilados; menores de 12 años sin cargo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/contramonumentos-e-historias-de-vida-en-la-boca-para-repensar-el-pasado-y-el-presente-nid05092025/

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