Generales Escuchar artículo

Emmanuel Carrère, un hijo de su madre amoroso, pero sin ninguna complacencia

PARIS.- En Kolkhoze, Emmanuel Carrère se convierte por fin en el hijo de su madre. En su nuevo libro, que acaba de publicarse en Francia y estará en las librerías argentinas probablemente en 202...

PARIS.- En Kolkhoze, Emmanuel Carrère se convierte por fin en el hijo de su madre. En su nuevo libro, que acaba de publicarse en Francia y estará en las librerías argentinas probablemente en 2026, el escritor recuerda a la historiadora Hélène Carrère d’Encausse, fallecida en 2023, y busca en su relación, que nunca fue fácil, lo que le debe. La muerte, el amor, la escritura, todo está ahí, en esas 560 páginas.

David Rieff: lo woke, el ocaso de la cultura y la vitoria de lo kitsch

En ese nuevo opus, el autor de Una novela rusa y de Limonov narra, en el contexto de la guerra en Ucrania, la historia de sus antepasados rusos y georgianos, al mismo tiempo que dibuja un retrato a la vez amoroso y sin complacencias de su madre, la académica Hélène Carrère d’Encausse, fallecida hace dos años.

El 24 de febrero de 2022, Emmanuel Carrère debía volar a Moscú a las 11 AM. Entre dos audiencias del juicio de los atentados del 13 de noviembre, que seguía ese año para el semanario Nouvel Obs, había previsto pasar el fin de semana en la filmación de la adaptación de uno de sus libros. El cineasta Kirill Serebrennikov lo esperaba. Todo estaba organizado. Pero el escritor no tomó su avión. Los ejércitos de Vladimir Putin acababan de invadir Ucrania y la historia con su gran hacha sanguinaria había regresado brutalmente a Europa.

Por la tarde, sin embargo, Carrère llamó a la redacción del semanario: “Hola, soy Emmanuel. Mi agente me aconsejó quedarme en Francia, pero finalmente voy a tomar otro vuelo. Un gran país que se sumerge en la guerra, eso se cuenta”. Aquel fin de semana en Moscú duró diez días. El escritor lo relató en un reportaje formidable, instantáneamente traducido en los principales periódicos europeos. Y tres años y medio después, detalla los entresijos en Kolkhoze.

Kolkhoze es un libro magistral. El de un narrador virtuoso en la cima de su arte, que sabe zigzaguear, divagar y disertar con una naturalidad magnética para dar a su relato la apariencia de una sinfonía cuyos diferentes movimientos se responden, se complementan y se prolongan. Carrère se nutre de otros reportajes impactantes, en Ucrania y en Georgia, para evocar este despertar del imperialismo ruso que nos hiela la sangre. Pero no solo eso. “Rusia, para bien y para mal, es para mí un asunto de familia”, señala Carrère, que cuenta la historia de la suya a lo largo de más de un siglo.

¡Y qué familia! “Hay que trabajar con el material existente”, decía Lenin en una frase que Carrère cita con frecuencia. Si muchos escritores evocan hoy —y a veces admirablemente—, a quienes les precedieron, hay que admitir que pocos tienen a mano un “material” tan literario como el autor de Una novela rusa: aristócratas, que fueron riquísimos hasta la revolución de 1917; demócratas georgianos, que creyeron escapar del yugo colonial de Moscú en 1918 antes de tener que huir de los bolcheviques en 1921; una prima que fue presidenta de la república de Georgia hasta el otoño pasado. Sobre todo, una madre, la historiadora Hélène Carrère d’Encausse, nacida Hélène Zourabichvili en una familia de inmigrantes pobres y convertida en la encarnación, en su vida y en sus obras, para su hijo como para muchísimos franceses, de todo lo que Rusia puede tener de grandioso y trágico, de poderoso, fascinante y terrible.

Hélène Carrère d’Encausse murió el 5 de agosto de 2023, a los 94 años.

Ella es por sí sola un personaje fuera de lo común, que perdió dolorosamente a su padre en la Liberación, visitó durante un tiempo la tumba del escritor colaboracionista Brasillach, profetizó la caída de la URSS, reinó en la Academia Francesa como secretaria perpetua, conoció y admiró a Putin. Su hijo cuenta todo eso, pero también a la mujer detrás de la “inmortal” —nombre con que se denomina a los miembros de la Academia Francesa— celebrada por Emmanuel Macron durante los funerales nacionales: su irresistible ascenso, su coraje e inteligencia, su ternura con él y sus hermanas cuando eran niños y jugaban a “hacer kolkhozes” durmiendo todos en la misma habitación. Pero también sus zonas oscuras, sus mentiras, la tirana doméstica en la que se había convertido secretamente para su marido. La gloria de su madre y la desgracia de su padre. Como otro efecto del imperialismo ruso, quizás.

Esa madre domina el libro. Personaje extraordinario por su destino de hija de inmigrantes sin un centavo, que solo hablaba ruso y terminó por reinar en la Academia Francesa, pero también por su carácter... Y Emmanuel Carrère no la perdona.

“Si le preguntabas la hora, era capaz de mentir. Su mala fe era tan grandiosa que nos hacía reír. En Radio Clásica, era capaz de preguntarse por qué milagro era la única de la familia que amaba la música... aunque nunca la escuchaba, mientras su hermano, su cuñada y sus suegros eran músicos profesionales... Su hermano, que tenía una relación difícil con ella, la resume con una frase terrible: ‘Hélène no es una historiadora de la Unión Soviética, es una historiadora soviética’”, relata.

Carrère es un amigo extraño para el psicoanálisis. Piensa que es posible pasar 30 años en un diván sin que tu psicoanalista te diga que eres bipolar, él mismo lo ha experimentado. Pero afirma que, para mejorar, hay que romper el absceso, poner palabras al reprimido, hablar de ello. En eso todavía cree. Una novela rusa liberaba a la familia rompiendo el tabú del abuelo colaboracionista. Kolkhoze dice sus cuatro verdades a una madre para reencontrarla mejor.

A su juicio, la fidelidad llama a una especie de violencia. Esta vez, ya no consiste en revelar un secreto familiar, sino en dinamitar una imagen pública. Así, sin acritud pero con tenacidad, deconstruye el bello edificio que su madre había construido. Bajo su pluma, ella se convierte en la autora de pobres síntesis perentorias, una mundana ávida de medallas, una intelectual que se codea con fascistas y admira a Vladimir Putin, una mujer autoritaria sobre todo, en quien la rigidez solo igualaba a la mala fe.

¿Verdad o mentira? En el fondo, poco importa que Carrère diga o no la verdad. Él jura que es así. Se presenta como un “escritor documental”. Insiste en que la buena literatura no puede mentir. En todo caso, a los lectores les importa poco. Lo que esperan es que siga haciéndolos emocionar con sus textos escritos en primera persona. Desde el punto de vista de su entorno es otra cosa. Porque sus libros provocan heridas. Y Kolkhoze seguramente no fue la excepción.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/emmanuel-carrere-un-hijo-de-su-madre-amoroso-pero-sin-ninguna-complacencia-nid19092025/

Comentarios
Volver arriba