Empresas, poder y género: qué falta para que haya equidad real
Aunque en la última década se han logrado avances significativos en materia de equidad de género dentro del mundo corporativo, los números siguen revelando una realidad desigual. La participaci...
Aunque en la última década se han logrado avances significativos en materia de equidad de género dentro del mundo corporativo, los números siguen revelando una realidad desigual. La participación de mujeres en espacios de decisión es todavía baja, la brecha salarial persiste y los estereotipos de género continúan condicionando el acceso a posiciones de liderazgo. En ese marco, la edición 11 de Mujeres Líderes, evento anual organizado por LA NACION, volvió a abrir el debate sobre el lugar que ocupan —y el que aún no ocupan— las mujeres en el mundo de los negocios.
El panel inaugural estuvo a cargo de un mano a mano entre José Del Rio, secretario general de Redacción del medio, y Verónica Marcelo, gerenta general de Natura Argentina, quien se encargó de abrir la agenda con un mensaje potente, cargado de datos, experiencia personal y convicción.
"Hace falta visibilizar, hace falta contar, hace falta mostrar“, sostuvo Marcelo apenas iniciada la charla, reconociendo los 11 años del evento como un paso sostenido, aunque no suficiente, en la lucha por una mayor equidad de género. Con un tono directo, remarcó que aún existen brechas difíciles de ignorar: “En la Argentina es del 27% la brecha salarial. Ves ese dato y entendés que tenemos que seguir trabajando”.
La participación de mujeres en los espacios de decisión también fue señalada como una deuda persistente. “No llegamos al 18% en los directorios de las empresas más importantes del país", apuntó, y advirtió que, en contextos de crisis económicas, esa cifra incluso tiende a retroceder.
Uno de los momentos más íntimos de la conversación giró en torno a la importancia del autocuidado en quienes lideran: “Es lo más importante. Hay que estar bien con uno primero para poder estar bien con el otro y con el todo”, afirmó. Para Marcelo, abrazar no solo fortalezas sino también debilidades forma parte del proceso de aprendizaje.
En ese sentido, reivindicó la necesidad de apoyo colectivo: “Todos somos seres integrales, que necesitamos no solo tener apoyo en un lugar, sino en el todo”. Para ella, el liderazgo no se ejerce en solitario: es un trabajo de red, de comunidad, de escucha y de corresponsabilidad tanto en lo profesional como en lo personal. Consultada por el clima laboral, lo comparó con la vida doméstica: “Tenés días mejores y días no tanto, pero integrar, escuchar, construir en comunidad, en red… solos no somos nada”.
En su análisis, los temas de equidad suelen correrse del centro en tiempos de crisis, bajo la falsa percepción de que desvían el foco del negocio. “No es así. Esta agenda tiene que estar inserta en la estrategia”, afirmó. Para Marcelo, no se puede hablar de negocios sostenibles sin representación social dentro de las empresas. “Si vos no tenés dentro de las organizaciones la representación de la sociedad, ¿cómo podés aspirar a tener los productos adecuados para las personas que los van a consumir?”.
Durante el panel, se mencionó el compromiso de Natura de alcanzar para 2050 un objetivo ambicioso: garantizar un ingreso digno para las más de tres millones de personas que integran su red de emprendedores en América Latina. Como paso intermedio, para 2030 se propusieron mejorar en un 10% el índice de desarrollo humano de quienes forman parte de esa red. “Mejor en condiciones de salud, de bienestar, de educación, de participación ciudadana”, detalló. Todo esto como parte de una convicción mayor: “Las empresas le tenemos que devolver a la sociedad el derecho que nos da para operar, generando impacto positivo”.
Menos queja, más acción“La queja aleja, las ideas acercan”. La frase, inspirada en una visita de Marcelo a mujeres emprendedoras de Tandil, funcionó como síntesis de su filosofía: “Si vos llegás con buen humor, vendés más. Lo mismo pasa en las organizaciones”. Aclaró que no se trata de invalidar las críticas, sino de canalizarlas constructivamente: “La queja aleja, pero las ideas se acercan. ¿Qué puedo hacer con lo que veo que no funciona?”.
El cierre del diálogo estuvo atravesado por una anécdota profundamente personal: el nacimiento de su hija Jimena. “¿Qué día me hice feminista? El día que nació mi hija”, relató. “Porque en ese momento pensé: ‘Quiero que ella tenga una vida con las mismas posibilidades que mi hijo Santiago’”.
A pesar de liderar una empresa y promover el empoderamiento femenino, reconoció que lo que más le costó fue desarmar las creencias culturales arraigadas en torno a la mujer y el cuidado: “Lo que más me costó a mí para entrar en este camino fue sacarme el tema cultural de ‘si soy mujer tengo que quedarme en casa’”.
Datos de una investigación reciente acompañan su reflexión: seis de cada 10 mujeres todavía asumen que las tareas del hogar son su responsabilidad exclusiva. Para Marcelo, ese es el punto de partida: visibilizar lo que aún persiste como norma no dicha. “Hemos evolucionado, hicimos un gran camino, pero tenemos que seguir poniendo el tema en agenda, no solo en el liderazgo, sino en la apertura de oportunidades. Hoy todavía falta mucho”.