Racing y Vélez: aquel domingo que ambos jugaron dos veces, por el Clausura y la Copa Libertadores
Racing llenó dos canchas el mismo día. Y lo hizo dos veces. El año pasado, cuando conquistó la Copa Sudamericana, una multitud copó la Nueva Olla de Asunción, donde el equipo de Gustavo Costa...
Racing llenó dos canchas el mismo día. Y lo hizo dos veces. El año pasado, cuando conquistó la Copa Sudamericana, una multitud copó la Nueva Olla de Asunción, donde el equipo de Gustavo Costas venció 3-1 a Cruzeiro, mientras miles de hinchas -en paralelo- desataron una fiesta en el Cilindro de Avellaneda, donde siguieron la final en una pantalla gigante. De esa manera, nuevas y viejas generaciones emularon la primera e inédita manifestación de amor y locura que había protagonizado la hinchada académica el 27 de diciembre de 2001, cuando el conjunto de Reinaldo Mostaza Merlo gritó campeón a nivel doméstico luego de 35 años de espera.
Aquella ocasión, en medio del caos de un país que coleccionaría en su álbum de presidentes a cinco protagonistas distintos en una semana, Racing dio la vuelta olímpica ante Vélez en Liniers, mientras una marea celeste y blanca también inundaba de euforia el Coliseo académico.
Pero antes de la gloria alcanzada por el equipo de Mostaza, cuando la Academia acumulaba frustraciones y soñaba con terminarlas de la mano de una leyenda como Alfio Basile, en 1997, se dio una situación insólita y única que involucró tanto a la institución de Avellaneda como a Vélez, el rival con el que este martes definirán el pase a las semifinales de la Copa Libertadores: ambos clubes jugaron dos partidos el mismo día.
Aquella máxima que afirma que “en el fútbol se gana y se pierde” alcanzó su dimensión más literal con ambos equipos, aquel domingo 2 de marzo de 1997, cuando registraron un triunfo y una derrota por lado. La Academia y el Fortín se enfrentaron entre sí por la fecha 2 del Torneo Clausura, en Avellaneda, mientras que en Ecuador también debían afrontar en la misma jornada -atípica en el calendario de la Libertadores- sus partidos ante El Nacional y Emelec, respectivamente, por la tercera fecha del grupo 2.
“Hay falta de organización”, reflexionó Carlos Javier Mac Allister, en pleno campo de juego del Cilindro, una vez terminado el partido que ganaron 2-0 los habituales titulares de Racing frente a los suplentes de Vélez. El reclamo del lateral izquierdo de la Academia correspondía a la bronca de todo el mundo académico, debido a que la Asociación del Fútbol Argentino había denegado el pedido de reprogramar el encuentro con el Fortín. Jugar dos partidos el mismo día, además de ridículo, no sólo era complejo para los planteles: también significaba un desafío para los hinchas que no se perdían ningún partido.
“En la primera fecha del Clausura jugamos el sábado a la noche en Rosario (Racing cayó 5-0 con Central) y salíamos ese domingo a la madrugada desde Ezeiza para Ecuador. Si pasaba algo en Rosario, donde siempre podías terminar preso, ya estaba en riesgo que llegáramos al vuelo. Como en aquella época en la Libertadores se jugaban los dos partidos seguidos contra el rival que estuviera más lejos, nos acomodamos para ir directamente más de una semana para Ecuador”, reconstruye David Martínez, miembro de los Racing Stones, uno de los grupos de mayor tradición en la tribuna de la Academia, cuya bandera con la icónica lengua de la banda de rock ya era un símbolo infaltable en uno de los costados de la popular.
“Previendo que nos íbamos a perder el partido con Vélez en Avellaneda, los Stones hicimos dos toldos. Así que nosotros nos llevamos una a Ecuador y también hubo otra en Avellaneda, para estar presentes de esa forma y con algunos de los pibes que no habían viajado”, le cuenta Martínez a LA NACION, mientras recuerda que en la calurosa jornada dominguera de Quito, a más de 2800 metros sobre el nivel del mar, sí había varios trapos tradicionales: “Allá estaban la de La Guardia Imperial, La 95, Ladrón de mi cerebro, y Calzada, entre otras muy representativas”.
Martínez señala también que la ornamentación de las tribunas dejó una postal diferente a la normal: “Lo que fue muy loco es que como todas esas banderas estaban en Ecuador, el partido en Avellaneda se jugó con los alambrados sin muchas de las banderas que eran parte de cada partido en el Cilindro”. Paradójicamente, mientras en el estadio Atahualpa de Quito había banderas titulares, en el campo de juego Racing dispuso un equipo alternativo, aunque con algunas particularidades: Basile se quedó a dirigir al muleto y tan sólo contó con Damián Yáñez como suplente (ingresó en el segundo tiempo).
Vélez, en tanto, invertiría las prioridades: puso a su elenco de gala contra Emelec en Guayaquil, con Osvaldo Piazza en el banco, mientras que en Avellaneda apelaría a una formación con habituales suplentes y pibes, como los debutantes Diego Trotta (ex Villa Mitre de Bahía Blanca, sin parentesco con Roberto, símbolo de la defensa del Fortín) y Rodrigo Marangoni. Omar Jorge fue el entrenador de emergencia del cuadro de Liniers, mientras que en el local la dirección técnica estuvo a cargo de Rubén Panadero Díaz, también gloria académica e histórico ayudante de Basile.
Los 11 del Panadero fueron Albano Bizzarri; Mauro Navas, Carlos Galván, Claudio Úbeda, Carlos Mac Allister; Claudio Marini, Fernando Quiroz, Gastón Córdoba; Rubén Capria; Marcelo Delgado y Esteban Fuertes. Con los goles de Marini y Capria, en una jornada que también significó el debut en Primera para el mediocampista Javier Lux, Racing ganó 2-0 y rompió la sequía que llevaba hasta el momento. “Los suplentes de Vélez tienen jugadores como Cavallero, Pandolfi y muchos más que juegan muy bien y son profesionales como todos nosotros”, había declarado Úbeda sobre el rival, que tuvo a Pablo Cavallero; Cecilio Galeano, Diego Trotta, Héctor Banegas, Eduardo Domínguez; Mariano Pasini, Carlos Compagnucci, Ariel Ércoli, Mario Santa Cruz; Fernando Pandolfi y Carlos Cordone.
Ése partido disputado en Avellaneda fue el de la mitad de la jornada, ya que en la Libertadores Racing jugó antes y Vélez, después. “Recuerdo que ese día nos sacaron por radio con Bizzarri y al aire nos alentábamos mutuamente porque a los dos nos tocaba atajar. Fue una situación rara pero linda. La diferencia es que él sacó los tres puntos y el arco en cero, y yo saqué cero puntos y me hicieron dos goles”, evoca entre risas -desde España- Walter Cubito Cáceres, que también viaja en el tiempo en la charla con LA NACION para repasar aquella jornada tan llamativa: “Habíamos viajado con todo el plantel a Ecuador para jugar con Emelec (el jueves 27 de febrero). En ese partido se lesiona Nacho (González) y me toca entrar. Empatamos 2-2, los titulares vuelven a Argentina para jugar con Vélez y los demás nos quedamos con el Coco”.
“Con el paso del tiempo nos parece aún más loco lo que pasó. Fue muy raro jugar el mismo día dos partidos, casi con media hora de diferencia”, indica Cubito, que en el partido con El Nacional confirmó en carne propia una histórica frase futbolera: “Como dijo Pasarella, en la altura la pelota no dobla. Atajé muy bien, los diarios me dieron entre 7 y 8 puntos, pero el segundo gol me lo comí porque me traicionó la altura. Calculé una pelota, pasó más rápido de lo normal y me hizo el gol Cléber Chalá”. El primer tanto había sido un bombazo imparable de Simón Ruiz, en un partido en el que la Academia dispuso a Cáceres; Sergio Zanetti, José Serrizuela, Nicolás Brusco, Cristian Centeno; Carlos Netto, Pablo Michelini, Héctor González; Nicolás Diez; Roberto Saavedra y Adrián De Vicente.
Después de la derrota en Quito, el plantel de Racing se enteró por los periodistas que estaban allí sobre la victoria de Racing en Avellaneda, mientras que para los hinchas que viajaron era un desafío, en tiempos aun escasos de celulares y con incipientes inicios de Internet, cómo anoticiarse de lo que ocurría en Argentina. “Llegamos al hotel y empezamos a llamar cada 10 minutos a la casa del que tuviera teléfono fijo para ir pasándonos el resultado. En uno de esos llamados, uno grita gol y así nos fuimos enterando”, describe David Martínez sobre cómo los Racing Stones vivieron a la distancia el 2-0 al Fortín. Sin embargo, luego pudieron contar con imágenes: “Después nos dieron el dato de un bar donde sí podíamos llegar a verlo, fuimos y enganchamos los últimos minutos del segundo tiempo”.
Ya en la tarde-noche del domingo, el Vélez de la Copa compensaría lo que había sido derrota del Vélez del Clausura. En un partidazo, los de Piazza derrotaron por 3-2 a Emelec, con goles de Patricio Camps -2- y Martín Posse, mientras que para el local habían logrado sendas igualdades transitorias Ariel Graziani y Carlos Juárez. Los 11 del Fortín, entonces bicampeón de Argentina, fueron José Luis Chilavert; Flavio Zandoná (expulsado a los 12 minutos de la segunda mitad), Sebastián Méndez, Mauricio Pellegrino, Raúl Cardozo; Guillermo Morigi, Marcelo Gómez, Claudio Husaín; Christian Bassedas; Posse y Camps.
Pese a que finalmente ganaría el grupo 2 con 13 puntos, Vélez se marcharía de la Libertadores 97 ante Sporting Cristal en los octavos de final. Racing, que había iniciado el año con el torneo local como prioridad y la Copa como alternativa, cambió sus planes durante la marcha: se clasificó en la Copa como uno de los terceros (participaron 21 equipos) y eliminó –por penales- al River campeón de América de Ramón Díaz, que esperaba en octavos como defensor del título. Para la Academia, que luego superó –también por penales- a Peñarol, Sporting Cristal fue el obstáculo que en semis cortó el sueño de reconquistar América (perdió 6-4 en el global).
“No es tan fácil llegar a una semifinal de Libertadores, lo comprendo a la distancia en el tiempo. Sé que puede sonar a poco hoy, pero fue una experiencia hermosa”, sintetiza Cubito Cáceres sobre aquella campaña de 1997, en la que Vélez había superado a Racing en ambos partidos de la fase de grupos. Este martes, y luego del 1-0 a favor de la Academia -en Liniers- gracias al gol de Adrián Maravilla Martínez, Racing y Vélez escribirán el capítulo más importante de sus cruces internacionales. No deberán jugar dos partidos el mismo día, pero ganar la serie valdrá doble: el premio es quedar a tres partidos de ser el mejor de América otra vez.