Se mudaron de Nueva York a Maryland para comprar una casa, pero se les había pasado por alto un detalle: “Gran error”
Después de más de una década en ...
Después de más de una década en Nueva York, una pareja decidió mudarse a un pequeño pueblo costero en Maryland para comprar la casa de sus sueños. Buscaban más espacio, tranquilidad y un ritmo de vida más pausado, lejos del bullicio y los altos costos de la Gran Manzana. Sin embargo, menos de un año después, comenzaron a darse cuenta de que la mudanza no era lo que esperaban.
Mudanza de Nueva York a Maryland: el sueño que terminó en desilusiónLa idea de mudarse surgió porque, con el paso de los años, la Gran Manzana “empezó a sentirse menos emocionante y más agotadora”, según detalló la Haley Paskalides, productora de podcast y estratega de contenido, a Business Insider. Tras el último aumento de alquiler en abril de 2024, definieron que, al finalizar su contrato de arrendamiento, se trasladarían a Maryland.
Una vez tomada la decisión, los jóvenes se mudaron temporalmente con la madre de ella a un pequeño pueblo costero del estado. “Nos encantaba visitarla los fines de semana para escapar del caos de la ciudad. Podíamos imaginarnos viviendo allí de manera permanente: más espacio, caminatas junto al océano y una versión más tranquila de la vida que llevábamos en Brooklyn".
Cuando encontraron una casa recién construida, a diez minutos a pie de la playa y rodeada de restaurantes, resolvieron comprarla. “Pensábamos que estábamos tomando una decisión inteligente y madura, pero menos de un año después, comenzamos a cuestionarnos si en realidad habíamos cometido un gran error”, detalló Paskalides.
Por qué la tranquilidad de un pueblo costero se volvió un problemaEn un principio, la joven señaló que todo se sentía “idílico”. Cocinaban cenas elaboradas en su nueva cocina, recibían a amigos de Nueva York los fines de semana y disfrutaban de un ritmo más pausado de la vida. “Finalmente, teníamos espacio para trabajar desde casa, sin estar encima del otro, un lujo que nunca tuvimos en nuestro pequeño apartamento”, indicó.
Sin embargo, con la llegada del invierno, los jóvenes se empezaron a arrepentir de la decisión que tomaron: “Mi lugar de tacos favorito me dijo que cerraría pronto por la temporada, el primero de muchos negocios que descubrimos que cerrarían o reducirían su horario durante los meses más fríos”.
Paskalides comentó que las multitudes en la avenida empezaron a disminuir, y cuando llegó noviembre parecía que eran las únicas personas en su vecindario. Aunque había otros residentes, la mayoría eran jubilados. “No nos habíamos dado cuenta de lo intensamente estacional que sería el pueblo. La energía local que nos había enamorado desapareció en pocos meses, y la tranquilidad que antes romantizábamos empezó a sentirse cada vez más aislante”.
Lo que más extrañaron de la vida urbana y cultural en Nueva YorkLa joven señaló que habrían preferido alquilar un año antes de comprar, pero que en ese momento querían construir patrimonio en una casa propia. Además, indicó que extrañaban la espontaneidad y el bullicio de la vida urbana: escuchar conversaciones en cafeterías, ir a inauguraciones de galerías de arte, conseguir boletos para obras off-Broadway y disfrutar de las opciones de comida.
“Aprendimos qué es lo que realmente importa para nosotros en un hogar. Formar parte de un vecindario, tener acceso a pie a comida, amigos y cultura, y sentirnos energizados por el lugar donde vivimos durante todo el año”, aseguró. Como siguiente meta, los jóvenes decidieron que van a mudarse a Filadelfia, “para poder tener acceso al tipo de comunidades vibrantes y caminables que nos encantan”.