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Soñó con ser embajador de su país y terminó representando el diseño de interiores francés en todo el mundo

Se acerca con una gran sonrisa, zigzagueando entre los sillones bajos con estampas diseñadas por Jean Paul Gaultier, los clásicos Mah Jong en su versión actual. Ishak-Kristòf Fernández es eleg...

Se acerca con una gran sonrisa, zigzagueando entre los sillones bajos con estampas diseñadas por Jean Paul Gaultier, los clásicos Mah Jong en su versión actual. Ishak-Kristòf Fernández es elegante y cool: alto, de barba canosa tupida e impecable, saco pintado a mano -creación de un diseñador emergente del Soho neoyorkino, etiqueta Charrich- y anillos en todos los dedos. Su acento francés es inconfundible, aunque prefiere hablar en inglés, y eso que sabe a la perfección el español porque “mi marido es cubaaaaanoo”, dice con pronunciación exageradamente centroamericana y ríe. Terminará la conversación asegurando que lo apasiona su trabajo; no hacía falta aclararlo, es algo absolutamente evidente en él y en el entusiasmo con que lleva el cargo de Director Comercial para América del Norte y Sudamérica en Roche Bobois.

Ishak siempre tuvo vocación diplomática, estudió relaciones internacionales y geopolítica porque aspiraba a trabajar en la Embajada de Francia. Representar a su país ante el mundo era su meta y de alguna manera lo consiguió; aunque no del modo ni por el camino imaginado.

Sin formación previa en diseño o ventas, hace 18 años ingresó a la firma francesa Roche Bobois y su trayectoria encontró un nuevo rumbo. “No había hecho nada relacionado con el diseño, no era especialista en interiores, no era diseñador ni arquitecto, nada...”, aclara. Aprendió haciendo, y ni siquiera estaba en Francia. Mientras vivía una temporada en Londres, empezó a trabajar en una empresa de sofás como quien trabaja en un bar. Al poco tiempo, y casi de casualidad, el jefe de Roche Bobois en el Reino Unido se sintió atraído por su personalidad y se ofreció a enseñarle lo que le faltaba saber, que era prácticamente todo. Ishak tenía interés, tenía buen gusto, un gran potencial y pasión de esteta. Eso sobraba.

El ascenso fue rápido: en dos años, se convirtió en gerente de su tienda y una década después fue enviado a Nueva York para ser el número dos de la tienda más importante de Roche Bobois a nivel mundial. “Soy muy autodidacta”, reconoce Ishak. Al poco tiempo en Manhattan alcanzó su puesto actual en el área corporativa. “Ya no vendo. Soy un poco como un embajador de la marca y mi territorio es Norteamérica y Sudamérica”, comenta cómodamente ubicado en el living de uno de los espacios, en el local de Buenos Aires donde nos visita y hace aquello con lo que soñaba.

—¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentaste al principio de tu carrera?

—A los tres meses de trabajar en Roche Bobois ya quería renunciar porque me sentía intimidado. Es que los clientes que recibía en Londres eran personas muy muy importantes, muy ricas, muy exigentes, que podían veníar tanto de Rusia como de Nigeria. Y cuando nunca vendiste nada en tu vida ni diseñaste, te preguntás: ¿cómo esta gente va a tomarme en serio?

—Está claro que te tomaron muy en serio. ¿Cómo superaste esa intimidación y te ganaste su confianza?

—En algún momento me di cuenta de que debía yo mismo tener confianza en mi mirada y en mi gusto. Olvidarme de cuánto dinero tenía esa gente o cuán importantes eran y ser honesto, aun cuando mi visión contradijera sus decisiones. Y tratarlos como a iguales. Dejar de mirar como si estuvieran por encima, eso cambió el juego. La gente confiaba en mí porque era honesto.

—¿Cómo ves que evolucionó el estilo durante tu larga trayectoria?

—De la misma manera que la moda cambia todo el tiempo, el diseño de interiores cambia todo el tiempo. El gusto por los colores, el estilo... Cuando recuerdo lo que vendíamos en 2007, ¡es tan diferente de lo que estamos haciendo ahora! Por ejemplo, el acabado de la madera en marrón oscuro fue muy fuerte hace 7 o 10 años; después, nada, y ahora está volviendo.

—¿Y en cuanto a la tecnología?

—El avance de la tecnología es muy importante. El tipo de telas que hoy podemos elaborar, hace tan solo 10 años era imposible. Empezamos la impresión digital con Jean Paul Gaultier en 2010. Al principio solo podíamos aplicarla en algodón. La calidad de la tela no era la mejor, pero era nuevo y era fantástico. Tras el desarrollo de la tecnología, ahora podemos hacerlo sin resignar la tela, podemos usar estos géneros aterciopelados y de alta calidad. Hoy en día podemos lograr cosas absolutamente increíbles gracias a la tecnología. Contamos con telas técnicas que cambian el juego realmente. Telas para exteriores o telas sorprendentemente elásticas...

—Ideales para morfologías onduladas como las que hoy son tendencia.

—Sí, como el sofá Sense que ahora mismo es el número uno en ventas en Estados Unidos. Las formas orgánicas están funcionando mucho, tenemos muchos modelos redondeados, curvados... y necesitamos telas muy elásticas. Técnicamente no es tan fácil de conseguir que reúnan estas características y que sean de calidad al mismo tiempo. Así que sí, la parte tecnológica es esencial, por eso investigamos mucho e, incluso, contamos con telas específicas confeccionadas para nosotros.

—¿En qué tipo de casos desarrollan una tela específica?

—El sofá Bubble, por ejemplo, es hermoso, pero es un diseño complicado de tapizar. La primera vez que lo hicimos no pudimos encontrar en el mercado una buena tela, así que investigamos en laboratorios y dimos con una tela específica que no existía, la desarrollamos especialmente.

—¿Cómo definen el estilo propio dentro de la amplia gama de variantes que abarcan?

—Podemos ser extremadamente contemporáneos y también podemos ser muy muy clásicos. El hecho es que podemos hacer cualquier cosa, cualquier estilo, justamente, es lo que nos define. Lo que sea que ames en diseño, podemos hacerlo. Lo que sea que odies en diseño, también podemos hacerlo. Hay marcas que tienen todo hermoso y para nosotros eso puede ser muy repetitivo. Si mirás este local, de una habitación a otra, cada vez es un mundo diferente.

—¿De qué manera se sostiene la creación con tanta versatilidad?

—Para lograr esto tenemos que trabajar con diseñadores muy diferentes, pero también con diferentes materiales y técnicas. Y como, además buscamos la calidad, necesitamos trabajar con especialistas. En este sentido, el modelo de Roche Bobois es muy diferente de las otras compañías que tienen su propia fábrica, su propia escuela para enseñar a los artesanos a hacer las telas, a trabajar la madera, etc. Cuando tenés una fábrica que es tuya, no podés especializarte demasiado. Nosotros trabajamos con especialistas independientes, que son cada uno los mejores en lo suyo. No fabricamos muebles, diseñamos muebles y elegimos lo mejor de los fabricantes y de las fábricas del mercado.

—¿Dónde fabrican los productos?

—El 90% de nuestros productos se fabrica en Italia, y una parte pequeña en Francia, Portugal, un poco de Alemania, un poco del Reino Unido. Todo está centralizado en Europa y de allí va al mundo.

—¿Hacen alguna adaptación para los diferentes mercados locales a los que llegan?

—La adaptación tiene que ver con las ventas, no con el diseño. Nuestras colecciones son las mismas para todo el mundo. Dos veces al año hay un gran showroom en París donde Roche Bobois exhibe las propuestas sus nuevas piezas y ahí se decide la producción ¿Quién decide? No es el CEO, son los directores de cada lugar, nuestros gerentes de Nueva York, de Miami o de China quienes hacen pedidos para sus showrooms. Así es como nos adaptamos al mercado local. El gerente aquí conoce a sus clientes, sabe muy bien lo que les encanta a los argentinos.

—¿Cómo evolucionó en estos años el compromiso con la sostenibilidad?

—Muchísimo. Empezamos hace quizás 20 años, con una colección que se llama Legend que se propuso proteger el medio ambiente. Desde ahí, supervisamos la procedencia de las madera asegurándonos de no talar árboles por nada. Y no utilizamos ningún producto o tinte que dañe el medio ambiente, los elegimos sin solventes. Ni siquiera usamos clavos, sino una especie de pegamento a base de agua. Y lo más importante: nos fijamos en que podamos reciclar el producto. La gran mayoría de la colección sigue estos pasos y queremos que Roche Bobois en los próximos años sea 100% sostenible.

—¿Es realmente posible esa misión?

—Ese es el objetivo de la empresa. Lo más complicado es con los sofás porque son muchos tipos diferentes de piezas: tienen metal, madera, espuma, tela. Logramos por primera vez hacer un sofá sostenible con Setup, uno de nuestros nuevos modelos. Y como no es muy fácil de hacer, lo que conseguimos al final fue asegurarnos de que al final de la vida útil del sofá, podamos abrirlo y separar muy fácilmente cada pieza para reciclar. Por ejemplo, antes la espuma estaba realmente pegada a la madera, no se podía quitar. Ahora todo se puede desmontar muy fácilmente para reciclar.

—¿Cómo es el proceso de diseño y la relación con los creadores?

—Tenemos diferentes formas de trabajar. A menudo tenemos ideas y pedimos a los diseñadores que trabajen en nuestras ideas, pero también hay muchos diseñadores que nos traen sus ideas. No tenemos un equipo de diseñadores interno. No es como una oficina en París donde decidimos un nuevo diseño. Trabajamos con diseñadores independientes que tienen su propio negocio.

—¿Por qué prefieren trabajar con diseñadores externos?

—Queremos estar abiertos, escuchar al mundo. Estar en permanente colaboración con personas que están ahí fuera en otros países, y que miran desde otros lugares, es lo que aporta riqueza a nuestra colección.

—¿Por eso hacen alianzas con el mundo de la moda?

—Sí. Cuando surgió esta idea de trabajar con el mundo de la moda fue para hacer una gran diferencia. Sabíamos que traería emoción, ¡y así fue! Todo comenzó realmente gracias al Mah Jong. Es un diseño muy antiguo, tiene más de 50 años ahora, pero siempre estuvo en evolución. En 2016 lo quisimos ver con diferentes colores, diferentes telas, diferentes estampados, todo mezclado. Ese fue el primer matrimonio con el mundo de la moda; empezamos con Kenzō Takada. Fue un éxito rotundo. Era muy jugado, porque la gente no se atrevía a mezclar demasiadas texturas y patrones. Fue atrevido. Luego se hicieron colaboraciones con Missoni, Jean Paul Gaultier...

—¿Trabajan con diseñadores de otros campos creativos?

—Sí, convocamos a Sacha Lakic, que es especialista en autos y motos, y a la artista portuguesa Joana Vasconcelos, por ejemplo. Este tipo de colaboraciones que provienen de mundos diferentes, traen nuevas ideas y otras visiones del mundo. Es súper interesante el proceso y es una sorpresa cada vez.

—Este año, además, convocaron a Pedro Almodóvar. ¿Cómo fue la colaboración con él que no es diseñador, ni de moda ni de muebles?

—Lógicamente, no podíamos pedirle que diseñe muebles, pero Almodóvar tiene una visión, y lo que realmente lo caracteriza es que se comunica en sus películas a través de los colores, que son impactantes y tienen un significado: algunos personajes buenos siempre están en rojo o los malos en azul. Maneja su lenguaje propio. Entonces, Pedro seleccionó productos existentes de Roche Bobois, como el Bubble o la mesa de cóctel, y les puso color. Lo que realmente sabe hacer Almodóvar es contar una historia. Acá hizo eso, a través de una edición limitada de 50 piezas muy visualmente quedaron muy fuertes. Y no se centró solamente en los objetos, sino en la escena, lo que él hace: creó una atmósfera.

—¿Esto tiene relación con el concepto de showroom que introdujeron al mercado como novedad hace ya varias décadas?

—Exactamente. Roche Bobois fue una de las primeras marcas en el mundo, hace 50, 60 años, que empezó a manejar un concepto diferente en las tiendas de muebles. Antes ibas y veías un sofá, otro sofá, otro. Pero un showroom no era algo que se hiciera en ese momento. Roche Bobois quiso mostrar a la gente cómo se vería tal o cual producto en uso. Se pensó que el espacio no debería ser como una tienda, sino como una casa. Y ahí lo que se prioriza es la experiencia. En los primeros tiempos, cuando muchos competidores solo hacían muebles, nosotros empezamos a hacer decoración e iluminación también. Crear escenas, contar una historia. Muy temprano entendimos la importancia del storyteling.

—¿En qué cosiste el concepto de storytelling?

—Todo gira en torno a las personas. Si nos centramos demasiado en el diseño en sí, nos olvidamos de que los muebles son para ser usados por las personas y en situaciones de sus vidas. Así que necesitamos diseñar un ambiente que sea agradable, algo que eleve, que haga que tu vida diaria sea algo muy especial. Y más, porque tenés que estar cómodo, por supuesto, pero también tenés que estar orgulloso. Por eso el storytelling es muy importante. Lo que necesitamos realmente es una conexión emocional con lo que nos rodea. Necesitamos calidad -buen cuero, buena tela- y buen diseño, pero también necesitamos algo que toque el alma, que nos llegue al corazón. De eso se trata.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-living/sono-con-ser-embajador-de-su-pais-y-termino-representando-el-diseno-de-interiores-frances-en-todo-el-nid24092025/

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