La argentina que oyó sobre el FMI y buscó el camino para ayudar a la sociedad: “Te desvivís por tener el mejor acuerdo”
Cada vez que el Fondo Monetario Internacional venía para la Argentina a realizar sus reportes, pero en especial para exigir que se bajaran los subsidios, la empresa pública para la que Rosario Bu...
Cada vez que el Fondo Monetario Internacional venía para la Argentina a realizar sus reportes, pero en especial para exigir que se bajaran los subsidios, la empresa pública para la que Rosario Bustillo trabajaba se veía afectada de manera directa, al igual que toda la población argentina.
2018 ya estaba en curso cuando, atravesada por el escenario, la joven abogada comenzó a desentrañar en profundidad lo que significaba tener deuda pública, junto a sus reestructuraciones. Casi con obsesión se dedicó a estudiar y leer todo lo que pudo en relación a la temática, y por aquel sendero descubrió a dos personas que se abocaban a la cuestión, profesores referentes que impartían su sabiduría desde Inglaterra.
Londres, de pronto, entró en escena, así como la posibilidad de estudiar en aquella capital del viejo mundo. Pero ¿cómo lograrlo? Semejante objetivo requería de mucho dinero que ella no tenía. Rosario hizo cuentas y concluyó que le demoraría unos seis años ahorrar todo el capital posible para conquistar su deseo. Otra ventana, de pronto, surgió en el horizonte: postularse a una beca. Aquel proceso fue largo, e implicó mucha angustia y ansiedad: “porque si bien vos podés vender tu mejor imagen, la suerte tiene que estar de tu lado”, dice al recordar aquellos tiempos. En un comienzo el camino parecía sonreírle y cierto día llegó a las últimas instancias: de cinco mil postulantes, quedó entre los últimos veinte.
“Pero dieron quince becas y no entré”, revela. “Fue un miércoles de junio de 2023 cuando recibí la noticia, se me cayó el mundo. Después de cinco años formándome, de luchar por esta beca, de ilusionarme con estudiar algo que iba a tener un impacto en la sociedad argentina, todo se desmoronó”.
Con una pequeña ayuda de mis amigos`¿Qué hago?´ Rosario no quería renunciar a su sueño, deseaba trabajar para reestructurar las deudas soberanas, pero el dinero para el máster que le habilitaba el camino definitivamente no alcanzaba. Tal vez, se dijo, aquel sueño no era parte de su destino.
Fue un jueves por la noche, mientras se hallaba leyendo y tomando una copa de vino en el barcito de confianza en la esquina de su casa, cuando una frase del libro que tenía entre sus manos cambió su historia. Pocas líneas bastaron para comprender que el único tiempo es ahora y que no debía aguardar ningún otro momento para comenzar a vivir la vida que quería vivir. `Me tengo que ir y este es el año´, se dijo y acto seguido contactó a dos de sus grandes amigas de la vida.
Aquella noche, con la invaluable ayuda de sus amistades, Rosario hizo todas las cuentas. Ellas, expertas en números, le confeccionaron un Excel con todas las cifras exactas y sus posesiones dentro de su departamento en alquiler, a fin de evaluar todo lo que se podía vender.
“Y de pronto, empezaron a decirme: bueno, yo te puedo prestar tanto, y yo esta otra suma”, cuenta Rosario emocionada. “Y así fui armando un chanchito con todo lo que vendí y con plata que me fueron prestando. Sin mis amigas no estaría donde estoy, ni hubiese hecho lo que hice. Es importantísimo tener un pilar que te empuja, así como para sostenerte en tus lágrimas, decepciones y alegrías”.
Sobrevivir en una ciudad cara, clientes maleducados y aprendizajes “tirada en el piso poniendo botas de polo”Un buen día de septiembre de 2023, Rosario desembarcó en Londres con las monedas contadas, una matrícula universitaria en curso y un manojo de sueños que valían oro. Atrás habían quedado sus padres, ya grandes y divorciados desde que ella tenía un año, ambos con sus corazones rotos por despedir a su hija única, en especial el corazón de su papá: “Creo que después de un año se dio cuenta de que este es mi camino, tras tanto esfuerzo que empezó a mis 18 cuando ingresé a la UBA y que seguía con un máster tan anhelado. Sé que ahora están muy orgullosos”.
Desorientada, llegó al rescate otra buena amiga que se había enamorado de un inglés y había emigrado hacía unos años, y que recibió a Rosario con los brazos abiertos durante el primer mes. La suerte no había estado de su lado para su beca, pero de pronto allí, al otro margen del océano, los dados comenzaron a jugar a su favor. Casi de inmediato consiguió empleo en una empresa dedicada al polo; trabajar desde el comienzo fue fundamental para sobrevivir en una capital cara en todos los sentidos.
“Yo no llevaba pertenencias, llevaba equipaje. Me decía: vuelvo a Argentina y no tengo nada, no tengo dónde caer muerta”, continúa Rosario, pensativa. “Y Londres es la ciudad más cara del mundo, yo venía contando los cafés que me podía tomar. Encontrar departamento es casi imposible. Por suerte surgió el trabajo y encontré dónde vivir”.
“Y fue en la cotidianeidad del estudio y el trabajo donde empezó realmente la experiencia y descubrí las diferencias culturales. Por empezar, son muy tempraneros, viven una vida muy distinta en ese sentido. Empiezan al alba y todo lo tienen muy estructurado, si les decís de ir a tomar un café mañana, los desorientás totalmente. Esa pérdida de espontaneidad lo veo negativo. Yo no vivo al azar y marcho con objetivos, pero también la creatividad viene del lado de la espontaneidad. Siento que estar tan encajonados en sus calendarios no les permite que la mente brille y se expanda a lugares que ni ellos conocen”.
“Pero lo positivo es que aprovechan mucho el día y Londres te ofrece de todo en todos los aspectos. Arte, deporte, lugares para correr (me encanta el deporte) y recorrer, una variedad cultural inmensa. Y te permite conectar con gente de los lugares más remotos del mundo. Tratar de encontrar un punto medio del entendimiento con otras costumbres, en especial las que son lejanas a las propias, es un desafío. Me hice muy amiga de chicas del Líbano. ¡Tienen el mismo humor, calidez y soltura! Pensé que mis mejores amigos serían españoles o latinos, pero no, libaneses”.
“Algo importante fue que empecé a trabajar a la par de una chica inglesa, y fue crucial, tuvimos una conexión tremenda. Pasábamos los días atendiendo clientes muy maleducados. pero aprendés: estos clientes llegan y del otro lado hay una persona que no conocen, que no saben si está bien, qué le alegra, qué le entristece, qué sueña..., la empatía que vas generando la aprendés estando de ese lado: sirviendo de mozos, atendiendo lugares, acomodando stock. Yo estaba ahí, una abogada tirada en el piso poniendo botas de polo, que se había levantado a las 5 de la mañana para correr y después se tenía que ir a estudiar para un máster. En Londres convivieron múltiples personalidades mías. Como cliente, aprendés a mirar con otros ojos a quien te atiende porque estuviste ahí”.
Una propuesta idílica y dejar todo por un sueño: “El lado amoroso yo lo había apagado completamente”Rosario había elegido su universidad en Londres gracias a un profesor en particular que se dedicaba a las deudas soberanas. La joven argentina lo había seguido y estudiado durante años, e incluso en el 2019 había estado en contacto con él para pedirle su opinión en relación a un paper, y había sido él quien le sugirió que se fuera a estudiar a Londres.
Con sus tropiezos, llegó el día en que estuvo sentada a unos pocos metros de él, en una de sus clases. Para Rosario, eso ya era tocar el cielo con las manos, y todo lo que vino después se asemejó al paraíso. A los pocos meses de su ingreso a la universidad, en enero de 2024, el profesor que tanto ella admiraba le acercó una propuesta laboral para formar parte del equipo de restructuración de la deuda de un país africano, una ocupación que debía realizarse desde Madrid.
“Imaginate. ¡Yo me iba a cualquier lado! No me importaba dónde. Yo quería especializarme en eso. Me dijo Madrid y fue ideal. Le dije que sí sin dudarlo”, cuenta Rosario. “Lo que hay que tener en consideración es que tomar las decisiones sola es mucho más fácil, la independencia es total, y eso es lo que necesitaba. El lado amoroso yo lo había apagado completamente. Yo entiendo la importancia de las relaciones, pero me costó tanto llegar que dije: este es mí momento y lo voy a cumplir”, continúa.
En septiembre de 2024, a los dos días de rendir su último examen en Londres, Rosario abordó una vez más un avión para volver a empezar en otro país: España.
De sueños, mejoras y sacrificios: “Te desvivís por tener el mejor acuerdo con tus acreedores para que esta persona que no sabe quién sos pueda llegar a tener una mejor vida”Para Rosario, vivir en Madrid significó una mejora en la calidad de vida, no por la ciudad, sino por su propio progreso laboral y económico. A veces, en Londres, se pedía agua con una rodaja de limón para simular que era un gin tonic y acompañar a los amigos en salidas que en realidad no podía pagar: “¡Con lo que salía un trago podía comer cuatro días!”.
En Madrid ya no contó las monedas para tomar un café y se acercó al estilo de vida que llevaba en Argentina: no ostentoso, pero sí con algún que otro gustito. A diferencia de Inglaterra, Rosario no había elegido España, sino que España la eligió a ella, y con aquel destino en suerte, volvió la presencia fuerte de la argentinidad a través de tantos inmigrantes compatriotas.
“Por el idioma es más simple el acercamiento con las personas. En el ambiente laboral igual cuesta romper el hielo, eso tiene que ver con que sos una amenaza: ¿Por qué viene esta chica de otro lado a hacer lo que yo quiero hacer? Y acá estoy. Trabajo con deuda soberana. Y lo que quiero creer es que mi ocupación es... no de alguien que tiene las manos directo en la tierra, sino quien está detrás de bambalinas. Sé que los ciudadanos del país al que estamos tratando de ayudar no van a saber quién fue Rosario Bustillo pero al mismo tiempo de este lado te desvivís por tener el mejor acuerdo con tus acreedores para que esta persona que no sabe quién sos pueda llegar a tener una mejor vida”, continúa Rosario, quien admite que su trabajo es desafiante y que la carga horaria es altísima, e incluye trasnochar y ocupar los fines de semana: “De nuevo esto implica apagar el costado sentimental y amoroso. Esto es lo que vine a buscar y llegué en el momento adecuado en el instante en el que tenía que estar. Todo lo que no se había alineado antes se alineó ahora”.
“Por eso para mí fue importante armarme en mi pequeño departamento mi refugio. Entonces entramos en la disyuntiva de qué es el hogar. ¿El hogar es donde uno nació? ¿Donde creció y tuvo su infancia? Para mí el hogar hoy en día es transitorio y estoy tratando de hacer mío el pequeño espacio que tengo. Encontrar refugio, que es lo que falta cuando uno es expatriado”.
La chica que escuchó del FMI y empezó a soñar: “Arranqué mi carrera profesional en Argentina y quiero que termine ahí”Más de siete años pasaron desde que Rosario -Rochi para su entorno querido- se sumergió en un mundo extraño para muchos, pero definitivamente transformador de realidades. Trabajar para mejorar las deudas soberanas de los países pasó de ser un sueño casi imposible a una realidad; Londres fue su puerta de entrada y hoy, España, es su fuente de aprendizaje en la práctica.
Emigrar, en su caso, jamás tuvo que ver con un rechazo hacia su país, sino todo lo contrario: Rochi dejó Argentina movida por el fuerte deseo de ayudar a la Argentina. A veces debemos ir a buscar las herramientas más allá de las fronteras para poder obtener mejores resultados.
Con su país siempre como objetivo final, para Rosario esa es la única licencia emocional permitida: “Sigo todas las noticias y estoy en contacto con todas mis amigas, impulsoras de mi sueño”, dice Rosario, quien hoy tiene 30 años. “Por supuesto, el tiempo pasa, cada una va haciendo su camino y las ocupaciones hacen que el contacto sea menos frecuente. El teléfono ayuda, pero no tanto. Necesitamos del abrazo, el tacto, la mirada. Y volver de visita es movilizante, porque te das cuenta de todo lo que te perdés, pero es algo que estoy dispuesta a sacrificar. Esto me valió mucho esfuerzo”.
“Y no hay nada como Buenos Aires, es mi ciudad preferida en el mundo. Yo sé que en algún momento voy a regresar, yo arranqué mi carrera profesional en Argentina y quiero que termine ahí”, continúa. “No soy de ver la tele o escuchar la radio argentina, pero sí continué un club de lectura en Londres (algo que tenía) hispanohablante y cuando leíamos libros en argentino traducía las palabras y me reía sola, pensando cómo se nos ocurrió tal o cual palabra”, agrega.
“Es verdad que tu país te define, pero hasta un punto. Una vez que arrancás a volar, vas a encontrar similitudes y diferencias, pero en realidad tu esencia es tu persona, es lo que te rodeó, pero ante todo es tu persona”, continúa. “Y en este camino me empapé de todo lo que se me cruzaba, desde el trato con la cliente tirada en el piso de la tiendo poniéndole una bota de polo (para quienes alguna vez hayan visto una, saben que es tarea difícil…) hasta la elegancia de estar en un panel en el Bank of England”.
“Aprendí a convivir con mis múltiples personalidades: la que se despierta a las 5:30 am para salir a correr, la que agarra la bici cruza la ciudad para entrar a trabajar a la tienda, la que espera el bus (porque en Londres el bus es más barato que el subte…) para llegar a clases, y también la que se desmorona en parte por la nostalgia de Argentina”.
“Muchas veces entramos en la disyuntiva entre la ganancia monetaria y el valor profesional. No dudo que todavía sigue estando en mi balanza, no tanto por la calidad de vida que llevo, de la cual no tengo ninguna queja, sino por saber cuál es mi valor hora y si se condice con lo que recibo de sueldo. Pero al final del camino gana en la balanza lo que este trabajo me está aportando a mi crecimiento y desarrollo profesional. No me olvido de la chica de hace 10 años que escuchó por primera vez la expresión FMI, deuda pública, reestructuración, y de la curiosidad que le despertó en su interior el impacto de éstas en el día a día de la gente".
“En este relato no entran la palabra víctima ni suertuda, sino que entra la resiliencia. Es cliché pero realmente funciona, cuando el objetivo es claro, cuando anhelás tanto algo que estás dispuesta a sacrificar, exigir, buscar, y sobre todo elegir qué cosas te llevarán a cumplirlo, las fichas del dominó van encajando poco a poco hasta completarlo. Las oportunidades están, cómo llegás a ellas depende de vos, y por supuesto de la ayuda que estés dispuesta/o a aceptar, y mientras lo digo, en la imaginación suena: ‘with a little help of my friends’ de Los Beatles”, concluye.
*
Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.